miércoles, 16 de septiembre de 2009

El acoso escolar


El acoso escolar se produce cuando un niño insulta, agrede o tiene un comportamiento hostil hacia otro niño, generalmente más pequeño, débil o indefenso, y este comportamiento se produce de forma continuada en el tiempo.
La violencia escolar suele ser mucho más social y psicológica que física. Aunque la agresión física, intimidación y coacción también se producen, es más frecuente la exclusión social, aislamiento, ridiculizar, humillar, poner motes, no dejar participar en actividades, indisponer a los compañeros contra la víctima, hacer correr rumores, etc. Este acoso psicológico es mucho más dañino que el acoso físico y produce mayores tasas de estrés postraumático y deseos de suicidio.
El acoso escolar es una conducta bastante frecuente en Estados Unidos (uno de cada diez niños) y se está produciendo también en España de forma creciente, por lo que no sería extraño pronosticar que podrían alcanzarse las cifras de Estados Unidos si no se hace nada para evitarlo. Según un estudio sobre acoso escolar dirigido por Iñaki Piñuel, profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, el acoso escolar afecta en España al 25% de los escolares y es más frecuente en los niños de primaria, de modo que los niños de segundo de primaria tienen 7 veces más probabilidades de padecer acoso que los niños de segundo de bachillerato, quienes son víctimas de acoso en un 6%.
El acoso escolar afecta a niños de ambos sexos, aunque es algo más frecuente entre niños varones (27% frente a 21%) y, por lo general, los niños suelen ser víctimas de niños varones y las niñas suelen ser víctimas de otras niñas, de modo que no se trata de violencia de género.
Consecuencias del acoso
El acoso no es un aspecto inofensivo del crecimiento. Puede causar un daño severo a la salud mental y física de víctimas, acosadores y de los niños testigos de la violencia.
Las víctimas pueden sufrir lesiones físicas, miedo y ansiedad. Pueden aparecer cuadros depresivos, trastorno de estrés postraumático y síntomas físicos. Su rendimiento escolar decae debido a que pueden faltar a la escuela o llegar tarde, y a los problemas para concentrarse en los estudios o la baja autoestima provocada por el acoso constante. Las víctimas de acoso pueden rechazar participar en actividades que implican a otros niños; pueden no hacer ninguna actividad social y comenzar a perder amistades. Suelen estar siempre ansiosos y deprimidos. El estrés al que se ven sometidos también afecta a su cuerpo, dando lugar a dolores de estómago, dolores de cabeza, negarse a comer, orinarse en la cama o problemas de sueño.
Los acosadores tienen también probabilidades de tener problemas sociales que van a peor con el tiempo y pueden perdurar en la edad adulta. Por ejemplo, los estudios muestran que los adultos que han acosado a alguien durante su niñez tenían más probabilidades de tener antecedentes penales.



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